Vivían en extremos distintos del mundo, pero el destino, caprichoso como siempre, decidió entrelazar sus caminos
Inés, una apasionada española, y Pablo, un encantador colombiano, encontraron el amor a
pesar de estar separados por un océano. Sorprendentemente no se conocieraon en la
ciudad de uno de ellos, sino que fue durante su intercambio Erasmus en Oporto, donde,
entre las calles empedradas y las melodías del fado, descubrieron en el otro un compañero
con quien compartir sus dos grandes pasiones: la danza y la aventura de conocer el mundo.
Decidieron casarse en Jardins Blau Mar en Valencia, la ciudad natal de Inés, y allí, en una
ceremonia llena de amor y simbolismo, unieron sus culturas. Rodeados de amigos y
familiares, celebraron su unión, fusionando tradiciones españolas y colombianas en un
evento inolvidable, recordando siempre que:
el verdadero amor no conoce fronteras ni distancias.