En lo alto de Sagunto, con el mar al fondo y el castillo vigilando desde lo lejos, Saray y Yóel celebraron su boda en El Mirador, rodeados de familia, amigos y una energía que mezclaba emoción y alegría en partes iguales.

Él, con un look sacado de Peaky Blinders, derrochaba estilo y personalidad. Ella, con un vestido que quitaba el aliento, parecía una princesa. Juntos formaban una pareja que no dejaba indiferente a nadie. Una boda joven, pero con un amor de verdad.

La ceremonia fue íntima, bonita, con lágrimas contenidas y abrazos sinceros. Pero lo que vino después fue pura fiesta: música, carcajadas, brindis, y momentos que se quedarán grabados para siempre. Cada detalle hablaba de ellos, de su forma de vivir, de querer, de celebrar.

No fue la típica boda perfecta. Fue mejor: fue real, cercana, con alma. Una de esas que se sienten, no solo se ven.

When love rewrites tradition

Las tradiciones guardan magia, pero a veces el amor escribe sus propias reglas.


En esta boda, no fue Saray quien lanzó el ramo al aire, sino Yòel, transformando un gesto esperado en un instante de emoción y risas.


El vuelo de las flores se volvió símbolo de unión y de alegría compartida, recordándonos que el amor no tiene un solo guion, sino tantos como corazones dispuestos a celebrarlo.


Y así, entre sonrisas y aplausos, llegó el momento de los chicos: Boys’ turn!

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